Rossi y Márquez, mito y aspirante

De genio a genio, apenas ha hecho falta una primera toma de contacto entre ambos para que se confirmara el flechazo. Con 15 años, Marc Márquez se coló en el hospitality de Yamaha. Tenía un regalo para Valentino Rossi su ídolo de toda la vida. Fue en Montmeló. Scalextric, que era el patrocinador del pequeño de Cervera, sacó una réplica de un coche con el que él corrió un rally; y le pidieron que se lo diera él. Y así fue como ídolo y promesa se vieron por primera vez. Marc Márquez (Cervera, Lleida; 20 años), campeón de 125cc en 2010 y de Moto2 el año pasado, es la sonrisa eterna del Mundial, el de la vuelta rápida, el debutante más joven en ganar una carrera de MotoGP, el niño que sube escalones de dos en dos. Y desde ahora, el protagonista de una batalla que se recordará épica y curiosa, precursora de un relevo que se intuye está por venir: la de Rossi y Márquez, mito y aspirante, luchando curva a curva en los circuitos.

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Márquez se ha convertido en el piloto más joven en ganar una carrera de Motos con 20 y 63 días, superando el récord de precocidad de Spencer: 20 años y 196 días en Spa en 1982. Hoy ya no es el chico tímido y poco hablador que Jordi Castella, uno de sus mecánicos, conoció a los 13 años. “Se ha hecho mayor muy rápido”. Emilio Alzamora, su representante, me decía que parara  al niño cuando viera que empezaba a ir rápido. Pero no podía hacerlo porque Marc iba rápido enseguida. ‘Como se caiga y se haga daño, te vas a la calle’, me amenazaba. Y yo le respondía que lo tendría que frenar a las cinco vueltas”. Por ello, durante años llevó de cabeza a Ángel Viladoms, presidente en aquel entonces de la Federación Catalana de Motociclismo y actualmente de la Española, que no se perdió ni una de sus carreras entre los 6 y los 12 años. “Estaba muy asustado. Era muy rápido, pero también muy pequeño, y me habrían cortado el cuello si se hubiera hecho daño o le hubiera pasado algo. Pero veía que era especial, que tenía un talento superior. No sé donde tiene el límite realmente. Me recuerda mucho a Valentino”. Marc Márquez es el chico que todo lo puede, el que descubre secretos escondidos en curvas retorcidas, el que fulmina registros, el que hace de la irreverencia un arte. En la pista no tiene respeto por nadie: tuteó al mismísimo Valentino Rossi, su ídolo, en Catar

A aquel perfil más técnico se une la soltura y agresividad de un piloto de mayor envergadura que tanto recuerda a la de Valentino Rossi. “Ahora sale más de la moto, va más suelto, y lleva él a la moto, no al revés, como pasaba hace un año; es capaz de modificar una trazada en plena curva, de adaptarse a la pista o a la moto si las condiciones no son las idóneas; otros pilotos no pueden”, observa Emilio Alzamora. “Si nos dicen a principio de temporada que va a tutear a Rossi y que va a ganar la segunda carrera del Mundial no nos lo creemos. No se donde tiene el límite”, afirma Alzamora. Ya en Valencia, en el último Gran Premio del 2012, cuando el español asombró con una histórica remontada desde la última posición para ganar la carrera, Valentino había pronunciado un contundente. “Es el nuevo Rossi”. Tras sentirlo de cerca, Rossi corroboró sus augurios. Lo tiene claro, Márquez va a suponer un terremoto en el Mundial, porque «es especial, porque tiene un estilo de conducción extraño, tal vez algo nuevo. Jorge Lorenzo y yo tenemos en un estilo más clásico, pero Márquez es algo diferente», dijo en declaraciones a Motorcyclenews. “Al respecto de que Márquez será el próximo Rossi, es el único que con 19 años había ganado lo que había ganado yo y no es exagerado eso que se dice”. Valentino lo tiene claro, su sucesor tiene nombre y es catalán; Marc Márquez.

07montmelomarquez_vale01_13_41_02Pero no es el único, Álvaro Molina, dos veces campeón de España de 125 cc, seis de Europa de 250 cc y, actualmente, en el Mundial de resistencia. «Si no tiene lesiones, Marc puede marcar una era parecida a la de Rossi». Mela Chércoles, enviado especial al Mundial de Motocilismo de Telecinco, AS y Cadena Ser también lo tiene claro. «Para mí Márquez es el nuevo Rossi, un chaval con el que se ha roto el molde y que es un auténtico fuera de serie. Estamos ante el nuevo Valentino Rossi y estoy como loco por poder ver y disfrutarlo en MotoGP”. La pasión que despierta Márquez rompe fronteras, en Estados Unidos lo apodan “Baby Márquez”, los diarios italianos hablan del sucesor de Valentino, sobre todo por su carácter y desparpajo cuando se baja de la moto y el gran Ángel Nieto se refiere a él como el “Nadal de las motos”. Con el pequeño genio se acaban los calificativos. De Rossi a Márquez, la comparación como mejor elogio.

Marc sigue subiendo los escalones de dos en dos, saltándose pasos que se preveían necesarios, buscando rivales de más talla. Tirando de su talento, pero también de su carisma. Un pilotaje a veces agresivo, a veces delicado, y la inteligencia suficiente para saber en cada momento qué necesita su moto. Falta por ver si su sonrisa de niño pícaro y ese desparpajo adorable consiguen eclipsar a su ídolo y ahora rival, Valentino Rossi. Mientras, el pequeño genio de Cervera seguirá haciendo la colección de las mini motos de su ídolo, hasta que su estantería quede completa. Mito y aspirante ya siguen el mismo trazado. Márquez tiene un cita con la historia.

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MASDEU Y LA FIESTA MAYOR DEL PUEBLO

De la pesada bicicleta Sebastià Masdeu, 12 kilos, a la ultraligera de Alberto Contador, solo 6,5 kilos. De los 97 kilómetros de la primera etapa entre Barcelona y Tarragona, a los 122 de pedaleo con llegada en Montjuïc de la última edición. En medio, 102 años de historia de la Volta Ciclista a Cataluña. Puertos de montaña que destrozan las piernas, pájaras, pinchazos, alegría, sudor y lágrimas. Imposible condensar tantas historias, tantos nombres, en tan poco espacio. Y es que han sido más de cien años pedaleando por las comarcas catalanas. Aquel 6 de enero de 1911 los participantes recorrieron 97 kilómetros, los que separan Barcelona de Tarragona, pasando por Sitges. El vencedor de la etapa fue Sebastià Masdeu, que lograría también el triunfo absoluto de la prueba. Tras el paréntesis obligado de la primera guerra mundial y un retorno caótico en 1920 de la mano de la Unión Velocipédica Española, la Unió Esportiva de Sants tomó las riendas de la Volta en 1922. Y hasta hoy.

Desde los circuitos por carreteras en mal estado que destrozaban las ruedas de las bicicletas de los 34 primeros participantes -solo 22 consiguieron cruzar la meta-, y que limitaban los trazados de las primeras etapas, a los 218 de 22 equipos ciclistas que participaron en la última edición. La Volta también ha reflejado los cambios políticos vividos en estos 102 años. La primera guerra mundial y la guerra civil española obligaron a suspenderla. El libreto titulado “100 años de Volta en imágenes” refleja perfectamente ese hilo histórico y las tendencias que del mismo se desprenden. Miquel Poblet, el ciclista que más etapas ha ganado de la Volta, resume muy bien el sentimiento de la carrera. “La Volta es como ir a la fiesta mayor del pueblo”. En la historia de la prueba destaca otro nombre: Mariano Cañardo. Con sus imbatidas siete victorias convirtió la Volta en un fenómeno de masas.

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Cuando el día de Reyes, 6 de enero de 1911, se dio la salida a la primera edición de la Volta a Cataluña organizada por el Club Deportivo Barcelona. La primera etapa, de 97 km, se corrió entre Barcelona y Tarragona pasando por Sitges. La segunda conectó Tarragona con Lleida a través de 111 km, y la tercera la capital del Segrià con Barcelona en 157 km. de etapa. En total 363 kilómetros. No se llegó a Girona, simplemente, porqué hace cien años no había carreteras en condiciones. Salieron 34 participantes y llegaron 22 al velódromo de Sants donde terminó la carrera con victoria de Sebastià Masdeu. Fue el primer ganador y a partir de ahí creó un lazo con la Volta que no se desharía hasta su muerte. Solo 3 años estuvo compitiendo como profesional, al retirarse se convirtió en director general de la carrera a partir de 1939. Hasta el 5 de enero de 1964. Trucos del destino, su vida se truncó un día antes del aniversario de la primera Volta que él ganó. Un 6 de enero su vida quedó marcada en letras de oro en la historia del ciclismo catalán, un día y 54 años después el destino se lo llevó para siempre. En aquella primera edición abundaron las tormentas de agua, inundaciones en varias partes del recorrido e incluso nieve. Especialmente fuerte y recordada la que se vivió en la localidad de Jorba. Fue precisamente allí, en Jorba, dónde Sebastián Masdeu, el futuro vencedor de la primera edición de la ronda catalana, perdió una zapatilla ante el torbellino de las aguas del diluvio que estaba azotando las tierras catalanas esos días. Pero la suerte del ganador estuvo con él. Cuentan las crónicas de esos días que un hombre amparado por dos fornidos caballos, que tenía la misión de arrastrar con una cuerda a los automóviles que se quedaban atascados en el lugar, tuvo el gesto de cederle una alpargata de las suyas para que pudiera reanudar su pedaleo hacia Barcelona, ciudad que todavía quedaba muy lejos. Era la última etapa donde los corredores se trasladaron de Lleida a Barcelona, concluyendo la prueba en el velódromo del barrio de Sans. Masdeu, originario de Tarragona, y que se le conocía popularmente como el Tarraco. ganó la primera etapa, volviendo a repetir la victoria en la última, a pesar del incidente de la alpargata. Una historia que le dio una fama de héroe, mucha popularidad y gloria. De las tres etapas en disputa se llevó dos. Con estos números queda claro que fue el justo ganador de la primera ronda catalana. El premio, como el recorrido y las bicicletas están muy lejos de los actuales. Masdeu ganó un total de 975 pesetas, unos 6 euros en la actualidad. Héroe y parte de la historia de la Volta, a su muerte la prensa del momento lo recordaban como el “gran paladín del ciclismo”.

Cataluña tierra de ciclismo. Ese pedaleo originario, con sufrimiento y sin polémicas alrededor. Ese ciclismo que compartía gloria y portadas con el boxeo y el fútbol. Con 102 años a sus espaldas, la Volta Ciclista a Cataluña se mantiene de momento en pie contemplando sobre dos ruedas la transformación de un deporte que con sacrificio se mantiene vivo en las carreteras catalanas. Una oda a los orígenes del deporte en estado puro en nuestra tierra.

El odio no es Periodismo

Dicen los mayas que este año se acaba el mundo. Creo que antes de esto acabaremos con el Periodismo. Qué pena. No lo entiendo hoy ni lo entenderé nunca. Nuestro trabajo es informar, opinar, transmitir sentimientos, fomentar sonrisas o lágrimas. Pero NUNCA fomentar el odio. No. Eso no es vocación. Eso es utilizar un instrumento de poder tan grande para dejarnos de sentir inferiores ante los demás. Sin más.

Fomentar el odio entre las personas y dar voz a los que no deberían tenerlo NO es Periodismo. NO es responsable. Y menos en momentos como estos, donde lo único importante es la magnitud de la tragedia. Informar y estar al servicio de la gente. Fomentar nuestro papel de servicio público. Eso es lo que debemos hacer. Para eso se creó el cuarto poder. Y no para hacer la guerra por nuestro lado. Y menos ahora. Qué pena.

Nos pasamos los días criticando a los políticos. Ellos no hacen autocrítica y pierden el tiempo fomentando el odio en lugar de salvar el país. Pero ya es hora de mirarnos el propio ombligo. Los periodistas tenemos en nuestras manos un gran poder, tenemos que darnos cuenta que somos unos privilegiados y que con nuestro granito de arena también podemos hacer que este país sea mejor. El odio solo fomenta más odio. La información solo puede fomentar la libertad de pensamiento. Nunca el odio. Más que nunca esta en nuestras manos.

«El odio no es más que carencia de imaginación» – Graham Greene

«Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera»- Sartre

¿De verdad los cínicos no sirven para este oficio?

Eso decía Kapuscinski. Los cínicos no sirven para este oficio. Para ejercer el periodismo ante todo hay que ser buena persona. Así de rotundo se mostró el corresponsal y escritor polaco a finales del siglo XX. Y yo me pregunto ahora en pleno 2012, cuando la crisis más que nunca afecta a este oficio, cuando la vorágine de Twitter se ha apoderado de los periodistas, cuando las empresas ven dígitos en vez de personas, cuando por audiencia algunos venderían hasta su madre… ¿Seguiría siendo tan rotundo Kapuscinski?

Los cínicos sirven para este oficio. Eso ya lo he comprobado. Ahora me pregunto, ¿dónde estás periodista? Desde hace un par de meses, raro es el día que no nos levantamos o nos vamos a dormir con una mala noticia para el periodismo. Despidos, cierres de programas o de medios, decisiones incomprensibles… Lamentablemente la voz del periodista que narraba Kapuscinski ha desaparecido. Pero, ¿estamos aún a tiempo de salvarlo?

Todas estas reflexiones me surgieron viendo «The Newsroom», la nueva serie de Aaron Sorkin para HBO. La serie cuenta la vida que hay detrás de las cámaras de un programa semanal de noticias. Su protagonista, el presentador de este programa, está harto de tanta bazofia, de los intereses empresariales, de la falta de coraje y de que se sacrifique el auténtico periodismo por los intereses de las grandes empresas. Cuatro capítulos que de momento no han dejado indiferente a nadie en Estados Unidos. Y que aquí en España nos van como anillo al dedo para reflexionar sobre la oleada que se está llevando toda nuestra cultura periodística. Llegará a nuestras pantallas en otoño, pero para los impacientes como yo ya la podéis disfrutar en internet.

«The Newsroom». Una carta de amor al periodismo. Una oda a los profesionales, al trabajo en equipo. Porque detrás de la cara visible o de la voz que enamora nuestros oídos hay un equipo, un grupo de personas que sin ellas sería imposible que «la estrella» luciera como lo hace. Como diría alguien que sabe mucho de esto, «los lobos cazan en manada». Y menos mal de la manada. 

Buscando mi destino

La vida es así. Todo empieza sin elegir el como, el cuando y el donde. Y durante nuestro camino todo sucede igual. La gente entra y sale de nuestra vida sin pedir permiso. Noventa segundos, un día o unas semanas. Pero con sus palabras, sonrisas o enseñanzas nos marcan a fuego para siempre. Yo tampoco elegí todo esto, pero me ha pasado.

Un día de golpe el eje por el que gira tu día a día desaparece y es ahí, sin que te des cuenta, donde empieza tu nueva vida. El camino por el que caminabas a paso lento se acaba, se bifurca, es entonces cuando tienes que continuar por el nuevo camino. No sabes a donde te lleva y tampoco nadie te lo puede decir. Tienes que seguir las piedras, esas mismas con las que llevas tropezando durante mucho tiempo. Las mismas que te han hecho caer y volverte a levantar. Y aunque sabes que volverás a caer, también sabes que son las únicas que te pueden marcar el principio de tu nueva vida. Eso que llaman destino. Todos lo tenemos marcado y aunque no sabemos que nos depara, si que sabemos lo que queremos que nos depare. Por eso, no hay más remedio que colocarse la armadura y avanzar entre molinos y gigantes. Porque esto de la vida y el periodismo cada vez tiene más de quijotesco.

Empezando de nuevo. Y como siempre buscando mi momento.

Gran Via, Madrid.