“No soy un superhéroe, disfruto del deporte sin pensar en los logros»

Nani López de Sagredo (51 años) es el primer transplantado en completar un Iroman, la prueba más exigente del triatlón. Optimista y vitalista incasable explica con un sonrisa imborrable en el rostro como un tumor en el hígado le llevó a tener que ser transplantado. Pero no a acabar con sueños. “Si te toca, te toca. No puedes hacer nada. Aprovecha el tiempo, márcate objetivos que puedas cumplir y disfruta del día a día”. Para él disfrutar del día a día implica hacer deporte. Es su forma de vida. Está en su ADN. No lo hace por la heroicidad de ser el primer transplantado en completar algunos retos, sino por el mero hecho de gozar de su pasión. Él no se ve con el traje de superhéroe. Una enfermedad y un transplante no podían cortarle las alas. “Tengo la ventaja que siempre veo el lado positivo de las cosas. Reconozco que he tenido relativa suerte. Soy un afortunado por estar vivo. Esto es como al que le cae un meteorito encima”. Aunque él quite hierro al asunto, su historia es un ejemplo de superación. Para los ojos de los demás, Nani es un verdadero superhéroe. Sin disfraz, ni antifaz, simplemente con su sonrisa y corazón. Unas de esas historias que se cruzan en tu vida en un día cualquiera de primavera y sin quererlo cambian la perspectiva de las cosas. “Relativizas mucho las cosas. Te enfadas menos, no le das importancia a las chorradas que escuchas. Sino que le das importancia a las cosas de verdad, no al coche más lujoso o la casa más grande. Lo único que importa es la familia y los amigos. Tienes que conservarlos. Pero tampoco tienes que esperar que la gente te aguante, tienes que dar sin esperar nada a cambio”. Y así hace Nani, explica su historia, te da un ejemplo de vida sin esperar nada a cambio, regaladote una inmensa sonrisa.

+ ¿En 2005 te dicen que tienes un tumor en el hígado?

– Siempre he sido muy deportista, hacía una vida completamente normal. Hacía tiempo que ya no me encontraba muy bien, yo no lo detectaba pero cuando hacía deporte con mis amigos me quedaba atrás. Y con la bici me había quedado tirado con unas pájaras increíbles. Me dio un dolor, como un flato, en el lado derecho del cuerpo debajo de las costillas.  Fui al médico y me dijo que no veía nada pero que iban a hacer una ecografía para detectar que no fuera nada. Ahí fue cuando saltaron todas las alarmas… De pronto te dicen tienes un tumor de 12 centímetros, sino te operamos en seis meses te mueres. Lo primero que hice es negarme a mi mismo que fuera real. No podía ser. Había llevado una vida súper sana. Cuando lo aceptas y te mentalizas, te marcas objetivos y te pones a luchar. Lo peor de estas enfermedades, es la incertidumbre de las pruebas. La espera para saber que tienes o si ya estás bien. Me hicieron miles de pruebas para ver si era bueno o malo. Era malo. Entonces cuando vieron que no se me habían extendido por el resto del cuerpo. Me extirparon un 60% del hígado.

+ ¿Después podías hacer vida normal?

-Sí, tarde lo que se tarda en un postoperatorio normal, cinco meses. Después en un control rutinario encontraron más tumores en el hígado. Entonces, si que me dijeron, ahora ni operaciones ni nada o te hacemos un transplante hepático o te vas para el otro barrio. Te vamos a poner en lista de espera para cuando llegue un hígado operarte.

+ ¿Como se vive en el momento en que te ponen en una lista de espera para un transplante?

– La palabra que lo definiría es angustia. Primero de todo significa tener que estar localizado las 24 horas del día y no a más de dos horas del hospital, en este caso La Vall d’Hebron, porque cuando te llaman tienes que ir directo a al hospital para ser sometido a la operación. Si tienes trabajo no puedes viajar, tienes que estar pendiente del teléfono día y noche. Tienes que dormir con el móvil encendido. Es una angustia, porque pensaba que en cualquier momento podía estar ingresado en el hospital. Normalmente el teléfono no suena por la noche, pero si por casualidad sonaba me quedaba todo la noche sentado en la cama con los ojos abiertos. A todo esto me dije no me voy amargar, voy a seguir haciendo vida normal.

+  ¿Qué es para ti vida normal? ¿Seguías entrenando?

-¡Claro! Para mi entrenar es hacer mi vida normal. Seguía entrenando una o dos horas al día. Nadaba, hacía spinning, me iba a correr… Yo me encontraba bien.  Iba saliendo en bici, mirando de no irme muy lejos por si me llamaban para el transplante. Esto es un ejemplo de la sensación de angustia, de vigilancia, porque en cualquier momento te pueden llamar. Hasta que un día se organizo un salida en bici con unos amigos, y pensé si no me han llamado en tres meses no me van a llamar ahora…

+ Y sonó el teléfono…

– Justo cuando estaba en el punto más alto de la ruta sonó el teléfono. Era del hospital. Descolgué y me dijeron “tenemos un hígado muy bueno para ti. ¿Puedes venir ahora?” Y yo hombre sí, estoy en el Pla de la Calma… “Pero puedes venir antes de las 4? Sí, llego seguro aunque sea en bici”. Le dije por cierto llevo tres horas en bici y estoy hecho polvo no habrá ningún problema y me dijo es igual así llegarás más oxigenado. Y me dio tiempo, me fui para casa, me duché con la calma…

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+  Con la calma? En ese momento no se te pasó nada por la cabeza…

– No. Iba con la calma, tranquilo, estaba mentalizado…

+ Tu ibas tranquilo, pero supongo que a tu familia la tenías sufriendo…

– Y tanto! Cuando llegue a casa tenía a  todo el mundo de los nervios. Como el médico no me había podido localizar hasta la segunda llamada por falta de cobertura en la montaña, llamó a mi casa. Y como te digo, cuando llegué todos de los nervios con prisas por irnos, y yo les dije tranquilos que me tengo que duchar y tenemos tiempo de sobras hasta las 4. Tranquilitos.

 + Por todo lo que me estás contando, supongo que los valores del deporte (superación, sacrificio…) te han servido para hacer frente a este situación.

-Sí, muchísimo. Porque en la vida del deportista nadie te regala nada, todo te lo tienes que ganar tu, con esfuerzo. El sentimiento de cuando haces deporte, la disciplina… Eso te queda muy arraigado y cuando tienes que superarte por algo tienes mucho ganado.

 +  ¿Después de la operación como fue la recuperación?

– Estuve 15 días en el hospital. Tenía que haber estado menos, pero mi cuerpo hizo un rechazo órgano y tuvieron que hacerme unas curas. Pero vamos, yo al tercer día ya me levantaba e iba escaleras arriba, escaleras abajo del hospital…

+  Tres días después ya te levantabas, escuchándote no tardarías mucho en hacer deporte…

– Como te digo a los 3 días ya andaba, llegue a casa e iba dando vueltas a la manzana. Pero a los 15 días ya le dije al médico que me aburría que quería ir en bici. El médico alucinó, me dijo que estaba loco, que esperara. Espere ni dos meses y ya me dejó ir en bici.

 + En ese momento, ¿como surge el reto de plantearte hacer la Titan Desert?

-Antes de la enfermedad, ya me había planteado hacerla con amigos. Cuando me detectaron el tumor de 12 centímetros, pensé olvídate. Pero cuando ví que podía ir en bici, que me encontraba bien, que estaba recuperado me planté delante del médico y se lo dije. Me trato como un loco al principio, pero al final lo convencí. Me dijo que ningún transplantado la había hecho, entonces le contesté, mira pues ya habrá uno. No era una locura, no quería jugar con mi salud, ahora que ya sabía lo que era estar cerca de perderla.

 +  ¿Cómo fueron esos cinco días en medio del desierto?

-Tenía ciertos problemas para tomarme la medicación. Pero los médicos de la prueba me tenían muy controlado. Lo peor era cuando tenía que pararme a tomar la medicina, me bajaba de la bici y cuando volvía a subirme ya no había nadie. Solo veía un poco de polvo al fondo. Me quedaba solo la mitad de los días.

+  ¿Qué se te pasó por la cabeza al acabar la prueba?

– Tranquilo, tampoco me sentía como si hubiera descubierto el universo. Quizá después de todo lo que he vivido no le doy tanta importancia a estas cosas. Disfruté más cuando estaba haciéndola que en el momento de acabarla. Es un juego. Quizás lo hubiera valorado más antes de la operación. Yo estoy contento mientras hago el deporte, porque disfruto haciéndolo.

+  Y de ahí a ser el primer transplantado en completar un Ironman…

– Disfrute muchísimo, sobre todo nadando, fue precioso. Controlando, eso sí, mucho la hidratación para no tener ningún problema…

+ Al acabarla… Tampoco le diste ningún valor, ¿no?

– No… Disfruté cuando la hacía, pero al cruzar la línea de meta tampoco pensé soy el primer transplantado en hacerlo. No hago el deporte como un objetivo o para superar algún reto, sino por disfrute. Para mi el deporte es una forma de vida, es parte de mi vida.

+ Podríamos decir que el deporte ha sido para ti como un antídoto…

– Sin ninguna duda. Además, el médico me lo dijo sorprendido, que era de los poco que no había pasado por urgencias después de cinco años del transplante. Se ve que es muy común, por los efectos secundarios de la medicación. Y según los últimos análisis estoy perfecto.

+ El deporte es cosa de familia… Tu hijo es subcampeón de España junior de triatlón.

– Es un máquina. Lo suyo si que es enserio, yo entreno por disfrute, el hace 4 o 5 horas de entreno diario. Seguramente la pasión la ha heredado de mí.  Pero es curioso, porque mi hija Blanca de 16 años no ha heredado esta pasión… Solo juega al tenis y  hace natación…

+Hombre! ¿Qué más quieres que haga?

– (Risas..) Pero medio por obligación… Si a ella le dices vámonos a La Illa de compras, deja de jugar al tenis. Mi otro hijo en cambio no, el deporte es lo primero. Él me tiene a mi como ejemplo, pero yo también lo tengo a él como ejemplo. La disciplina que tiene con 19 años no es normal, entrena cuatro o cinco horas al día y estudia una ingeniería. Yo lo hago porque me gusta. Pero la disciplina que tiene él enseña mucho, si con su edad  pueda hacer eso, cuando sea mayor podrá hacer lo que quiera. La disciplina del deporte enseña mucho, es lo único que no engaña.

 + Para ir acabando… Tu próximo reto, bueno perdón, mejor dicho ¿tu próximo disfrute?

– La Olla de Núria el 21 de julio.  Esto ya seguro, ya he hablado con la organización. Antes algún triatlón seguro que haré.

+ Para acabar un nombre. Abidal.

– Es un ejemplo de superación, porque con el dinero  que tiene lo fácil habría sido retirarse y ponerse en cualquier puesto de la directiva del Barça, u otro club que seguro le habrían llovido ofertas. Pero es un atleta. Se lleva en la sangre. Me gusta que me comparen con él o que comparen a él conmigo, porque así la gente se entera. A raíz de Abidal mucha gente enferma me ha llamado para decirme que soy un ejemplo para ellos. Y no hace falta estar enfermo, para superar cualquier objetivo de la vida.

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